La dependencia emocional se define como un estado psicológico que tiene lugar en las relaciones personales, ya sean familiares, de pareja o de amistad, y que muestra un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir con la relación con otras personas.
Actualmente, contamos con indicadores que nos orientan a identificar la dependencia emocional:
Anteponer el bienestar de la otra persona y sus deseos, anular las propias necesidades, incluso las rutinas y responsabilidades. “La propia felicidad pasa por la felicidad del otro”.
Idealizar al otro, la persona dependiente sobrevalora las cualidades del otro, buscando en los demás aquello que cree que no tiene, como la iniciativa, la toma de decisiones, la seguridad, etc.
Complacer y evitar el conflicto, actuar desde el miedo desmesurado a perder a esta persona. Raramente conciben su existencia sin una relación de exclusividad (o de pareja).
Baja autoestima, baja satisfacción con ellos mismos sometiéndose a una desvalorización permanente, sintiendo que no están a la altura con el otro. Se busca la aprobación a través de los demás.
Modificar el comportamiento, cambios notables en la forma de ser y de actuar cuando están con la otra persona, incluso inhibiendo aspectos fundamentales de la propia personalidad.
Mostrar el afecto continuamente, buscan indicios de cariño, comprobando el buen estado de la relación con el otro. Esta necesidad es insaciable, erosionando dicha relación, puesto que los celos son constantes. Es frecuente que se lleven a cabo infinidad de actos con el fin de evitar que la relación con el otro se termine.
Sentirse siempre culpable, incluso ante las desvalorizaciones recibidas del otro y de comportamientos de maltrato.
Alejarse de amigos y familiares, se reduce la frecuencia de actividades de ocio con otras personas allegadas. Es frecuente que se den enfrentamientos cuando se percibe en el entorno el impacto psicológico que genera la relación, puesto que es habitual que la persona se sienta atacada y poco comprendida.
La etapa final de la adolescencia e inicios de la juventud, se considera como un período muy crítico en el que se vive el despertar de las relaciones de pareja. En estos momentos, la persona busca seguir el proceso de construcción personal a través de sus semejantes, siendo incondicional la entrega a ellos, incrementando la influencia del otro en la vida del joven, siendo de sumo cuidado el caer en este tipo de dependencia emocional.
Podemos minimizar el riesgo de que nuestros niños y jóvenes se construyan alrededor de la dependencia emocional, reforzando los principales factores de protección familiar.
Para más información relacionada a salud y bienestar mental, puedes consultar el contenido en nuestra sección de noticias.
コメント