Cuando se pierde a alguien muy querido cerca de las fechas de Navidad, el periodo de duelo suele ser agotador. La presión de reunirse durante las fiestas en un ambiente de celebración y alegría cuando el humor propio contrasta drásticamente puede generar incomodidad tanto en la persona como en el entorno si este proceso no es llevado adecuadamente. De cierta forma, las festividades suelen ser pensadas como un proceso que interrumpe el proceso de duelo ya que brinda recuerdos que pueden intensificar la pena.
Muchas personas optan por quedarse calladas y no hacer mención del malestar o la pena que se está sintiendo pues no quieren “malograrle la fiesta a los demás”. La Navidad, a diferencia de los cumpleaños, suelen ser celebradas en ambientes menos íntimos. Cuando uno celebra su cumpleaños tiene la potestad de decidir cómo lo quiere celebrar, sí con amigos o con familia o incluso solo. Sin embargo, durante las festividades es casi obligatorio que toda la familia se reúna para conmemorar el momento. Entonces ¿Qué es lo que se debería hacer?
Algunos psicólogos recomiendan prepararse con antelación ante estas circunstancias. Hablar con la familia y enfatizar el cómo se siente uno. El poder hablar de los que ya no están durante la misma reunión, incluso puede llegar a brindar cierto grado de alivio ya que la palabra puede ayudar a catalizar las emociones y rememorar a la persona le otorga cierto grado de “vida” o “presencia” dentro del entorno. Otros psicólogos consideran que incluso, se pueden llevar a cabo actividades conmemorativas específicas en honor a quienes ya no están con la finalidad de evocar su presencia o hacerle un homenaje. Estos actos que ayudan a recordar aquellos momentos felices que se han vivido con la persona pueden ayudar a consolar la pena que se siente.
Es importante recordar que cada persona vive el duelo de una manera diferente. Sin embargo, siempre se aconseja estar al tanto de la persona que está pasando por este proceso, brindando apoyo emocional y no dejándola de lado de las invitaciones a las reuniones que se realicen. Quizás al inicio estas sean rechazadas, pero esto se debe a que un proceso de duelo no se supera en un par de semanas. Los primeros tres meses suelen ser los más difíciles, sin embargo conforme va pasando el tiempo la pena se puede disuadir conforme se genere un ambiente que propicie que la persona se reinserte poco a poco en actividades interactivas que le permitan desfogar su sentir. Sin embargo, si la persona es dejada de lado, es posible que la soledad que siente con el pasar del tiempo se acreciente haciendo aún más difícil el proceso.
Si estás pasando por un proceso de duelo, o conoces a alguien que lo está haciendo, no dudes en contactarnos. Felizmente estamos aquí para acompañarte durante este proceso y ayudarte a salir adelante.
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