El miedo es una respuesta natural que tiene nuestro cuerpo para poder sobrevivir. Sin embargo, con el paso de los años y la evolución humana esta respuesta se ha ido adaptando hacia los conflictos actuales, por ende, ya no sentimos miedo únicamente cuando sentimos que nuestra vida está en riesgo, sino que esta reacción aparece cuando presentimos que nuestra pareja nos va a dejar o cuando creemos que nos van a despedir. Ello implica una reacción de nuestra parte que conlleva a un cambio de comportamiento. Sin embargo, hay muchas ocasiones donde el origen de nuestro miedo no tiene un fundamento tan racional que digamos. Entonces ¿Cómo podemos hacer para controlarlo?
Antes de saber cómo controlarlo debemos saber cómo funciona
El miedo es una de las emociones básicas. Instintivamente estamos programados para sentirla. Esta surge en los momentos en los que necesitamos experimentarla. Las reacciones al miedo están grabadas en el cerebro de manera estructural. El tálamo decide dónde enviar los datos sensoriales. El córtex sensorial interpreta estos datos. El hipocampo recupera y almacena los recursos conscientes y estables del contexto. La amígdala, dónde están almacenados los recuerdos y emociones del miedo, decodifica las emociones e identifica una posible amenaza. Y el hipotálamo activa la respuesta de lucha o de huida.
Podría decirse que el miedo hace el trabajo sucio que otras emociones no quieren hacer ya que este es un mecanismo que nos ayuda a adaptarnos al entorno y a sus peligros. Como mencionamos líneas arriba, la función del miedo consiste en protegernos ante situaciones de riesgo. El miedo se activa cuando detecta una amenaza, la cual puede ser para nuestra integridad física o nuestras vidas, así como para nuestra reputación, nuestra autoestima, nuestro autoconcepto o nuestra seguridad. Todo ello en función de la idea y las creencias que tengamos respecto a estos temas. Es así que el miedo es una emoción que reacciona dependiendo de nuestros filtros mentales.
Los distintos tipos de miedo
Existen diferentes tipos de miedo: el miedo funcional, disfuncional y biológico.
En primer lugar, tenemos el miedo funcional. En este caso nos estamos refiriendo a aquellas situaciones en las que la vida está en un potencial riesgo. Por ejemplo, si te encuentras caminando en la calle, caminarás por la acera en vez de en medio de la avenida debido a que tienes miedo de que te atropellen.
En segundo lugar, tenemos el miedo disfuncional. Este miedo está controlado por los filtros mentales que mencionamos anteriormente. Es de este miedo que surgen las fobias. Por ejemplo, existen muchas personas a quienes les da miedo viajar en avión y, debido a eso, sacrifican su comodidad y tiempo con tal de evitar esta actividad.
Finalmente, está el miedo biológico, que responde a estímulos físicos que nos pueden resultar desagradables en tanto tendemos a proyectar nuestra presencia hacia ellos. Es por ello que, en las películas de terror, se emplean bastante los recursos auditivos, como gritos, y visuales, como situaciones muy sangrientas, para asustar a las personas, ya que estas se proyectan dentro de estas situaciones.
¿Cómo gestionar el miedo disfuncional?
Antes que nada, es importante saber que el miedo no desaparece, pero podemos llegar a controlarlo y usarlo a nuestro favor mediante técnicas de terapia cognitivo conductual. Para ello se puede llevar a cabo una reestructuración cognitiva que nos ayude a superar este miedo.
Una opción es incidir en estas creencias irracionales para formularlas y que tengan una respuesta más adaptativa con respecto a la realidad. Un ejemplo básico de esto, basado en el ejemplo presentado anteriormente, sería investigar el porcentaje de aviones que se estrella en contraposición del porcentaje de autos que lo hace. Siendo el porcentaje de carros que se estrellan mucho más alto que el de los aviones. La idea es, que cada vez que se tenga este pensamiento irracional, tratar de apaciguarlo con estos datos. El hacerlo de manera continua ayudará a que los niveles de miedo vayan decreciendo con el tiempo.
Otra opción es afrontar el miedo. En este sentido, se deberá dejar de evitar las situaciones que nos generan miedo para que este no se perpetúe ni agrave. Es importante afrontar el miedo disfuncional cuanto antes para que este no se convierta en una fobia. Una forma de afrontar el miedo es mediante la exposición, sea esta directa o mediante una simulación virtual, algo que gracias al avance de la tecnología, ahora es posible.
Si tienes problemas para gestionar tus miedos o sientes que ya has desarrollado una fobia, no dudes en contactarnos. En Felizmente, contamos con los mejores profesionales que te ayudarán a llevar una terapia cognitivo conductual efectiva para que, por fin, puedes lograr vencer este miedo que tanto te atormenta.
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