Con el confinamiento, la mayoría de peruanos ha visto afectada su salud mental. Las estadísticas estiman que, al 2021, 7 de cada 10 peruanos sufren de ansiedad. Este sentimiento de nerviosismo, agitación y tensión, producto de un nuevo estilo de vida, cada vez más estresante se ha vuelto un martirio para muchas personas que no saben cómo afrontarlo. En definitiva, cuando empiezas a sentir los síntomas de la ansiedad, lo más recomendable es pedir ayuda. Sin embargo, muchas personas estigmatizan este malestar, restándole importancia y asumiendo que es algo temporal sobre lo cual no vale la pena invertir tiempo, ni dinero.
¿Te sientes identificado? Lo cierto es que la ansiedad se puede vivir en diferentes grados y, a pesar de lo molesta que pueda resultar, termina siendo una respuesta adaptativa que ayuda al ser humano a reaccionar ante conflictos o circunstancias que implican bastante presión sobre la persona. Sin embargo, si no se sabe gestionar este sentimiento, lo más probable es que pierdas el control. Recuerda que nunca está de más pedir ayuda y es precisamente este el primer consejo que tenemos para tí.
1° Comunícate con otras personas: la creencia y el sentimiento de que estás rodeado de personas que se preocupan por ti es crucial en momentos de enorme estrés. Acércate a tus seres queridos, habla sobre cómo te sientes. Esta interacción te ayudará a canalizar este sentimiento de presión y te permitirá desfogarte, reiniciando tu sistema para afrontar nuevos retos.
2° Visualiza resultados positivos: Todos los días sin falta intenta visualizar los mejores escenarios para las circunstancias que te generan esta terrible ansiedad. Primero plantea las preguntas que te aquejan ¿Terminaré la universidad? ¿Conseguiré ese trabajo que deseo? ¿Podré realizar ese viaje de mis sueños? ¿Tendré éxito en la vida? … Luego respóndete a ti mismo imaginando el mejor escenario posible. Sí, el mejor, no solo uno optimista.
3° Convierte la ansiedad en progreso: Una vez visto el panorama y siendo conscientes de nuestra red de apoyo nos daremos cuenta que las cosas no son tan malas como imaginamos, sin embargo, quizás el sentimiento de ansiedad no desaparezca. Es entonces que debes aprovecharlo.
Imagina la siguiente analogía: cuando sentimos miedo, tendemos a paralizarnos. Imaginamos todos aquellos momentos vergonzosos y humillantes en los que simplemente todo nos salió mal y tememos porque eso nos vuelva a suceder. Sin embargo, nosotros tenemos la capacidad de tomar ese miedo y convertirlo en la base de mejores decisiones, más cautelosas y analizadas, que nos abran paso y no permitan que volvamos a cometer estos mismos errores.
Con la ansiedad ocurre lo mismo. Este nerviosismo sobre el devenir puede convertirse en un plan estratégico que nos abra las puertas a un futuro mejor estructurado. Tómalo como un desafío ¿Vas a dejar que la ansiedad se apodere de tí o tú serás quien se apodere de ella?
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